domingo, 9 de mayo de 2010

Una cosa es una cosa y otra, vender

Existen cuatro tipos de ventas de acuerdo a Datus C. Smith:

Clientes individuales: El vendedor tiene un trato directo con el comprador. Se da a través de promociones, correo, librerías de la propia editorial, sistema de suscripciones y distribución masiva.

Instituciones: Se refiere a cuando instituciones educativas o empresas particulares especializadas deciden la publicación de una obra que corresponda con la visión de la institución. Por otra parte, los promotores acuden a las instituciones para la venta masiva de paquetes de libros especializados, de divulgación científica o de consulta.

Menudeo: Las librerías compran un menor volumen de títulos a diferencia de las librerías magnas, las cuales obtienen un mayor descuento en proporción al número de ejemplares que adquieren.

Mayoristas: Funcionan como intermediarios entre la editorial y los compradores de mayoreo. Se encargan de distribuir los libros a lugares a los que la editorial no tiene acceso fácilmente.

El proceso de ventas se da a partir de la promoción, la cual da a conocer los nuevos textos y otorga difusión al producto; pedidos logrados gracias a los representantes de ventas, los cuales visitan instituciones escolares, particulares y no gubernamentales, para la promoción de las obras. La preparación y entrega de pedidos, se refiere al empaque y distribución de los libros; es importante tener en cuenta los costos de transportación y embalaje, así como el tipo de transporte que se usará.

Existen seis factores que influyen en el costo del libro: el precio, fijado a raíz del costo de producción; descuentos, para acceder al mayorista y lograr la compra y distribución de los libros; crédito, plazo que la editorial concede al cliente para realizar el pago total; devolución, si el cliente detecta algún tipo de error puede devolver el producto, esto implica pérdidas a la editorial; servicio, realizar la entrega a tiempo y eficientemente tendrá como resultado el reconocimiento del buen servicio de la editorial; calendarización, es la planeación en tiempos, saber cuándo es necesario iniciar la campaña de publicidad.

El editor, además de ser un hombre de letras, es un hombre de negocios.

• DATUS C., Smith, "La venta de libros" en, Guía para la publicación de libros, U de G, México 1991, pp. 110-130

El arte de tallerear libros

El proceso de producción se divide en tres etapas: Composición, impresión y encuadernación.
La composición tipográfica se refiere al acomodamiento y arreglo de las palabras reproducidas al papel durante el proceso de impresión. Existen diferentes tipos de composición, de las cuales el diseñador escoge la más conveniente para la publicación de la obra.
a) Manual: es de carácter directo y realizada por una sola persona. Resulta un proceso mucho más artesanal que los procedimientos mecanizados, sin embargo uno de los inconvenientes es la lentitud del proceso.
b) Monotipo: se emplea un molde de metal que contiene la letra invertida. De los tiempos de Guttemberg.
c) Linotipo: en vez de que el molde sea de una sola letra, se utiliza molde por renglón.
d) Fotocomposición: al igual que en la fotografía existe un negativo de la imagen, la fotocomposición reproduce de manera electrónica, los caracteres en papel fotográfico o película, de manera que el original quede para futuras correcciones.
e) Desktop publishing: un software se encarga de procesas cada una de las palabras, posteriormente pasan a la impresora láser; una vez que las páginas han sido impresas, se crean las placas correspondientes para la impresión offset.
Se entiende por impresión, la fijación del texto a través de la impresión de la tinta en el papel. Los procesos utilizados regularmente son:


a) Impresión directa con tipos mecánicos (letterpress): se aplica la tinta al papel a presión, se utiliza regularmente para las reimpresiones debido a su rapidez, pero el almacenamiento de las placas es una desventaja.
b) Impresión litográfica: las letras se reproducen en una placa de metal, para que la tinta sólo se adhiera a la superficie directamente de la placa al papel. La desventaja es que el área de impresión es demasiado pequeña, sólo cuatro páginas por placa.
c) Impresión offset: imprime fotografías, texto, dibujo y cuadros al mismo tiempo, lo cual reduce los tiempos de producción.
d) Impresión sin presión: se le conoce como xerografía, es utilizada para tirajes pequeños.
La encuadernación une las páginas impresas en orden específico; se coloca la portada y la contraportada. Existen dos tipos de encuadernación:
a) Americana: son refiladas las hojas por los cuatro lados, posteriormente se prensan y se les añade un pegamento especial.
b) Rústica: las hojas sólo se refilan por tres lados, en el cuarto (lomo) se hacen una serie de perforaciones dentro de las cuales el pegamento es vertido para la unión de todas las páginas.
Aún así, todo depende de los gustos del editor y del ingenio del diseñador.

• DATUS C., Smith, "Producción del libro" en, Guía para la publicación de libros, U de G, México 1991, pp. 95-109

Al desnudo. Lo externo e interno del libro

Los clásicos no cambian, y si lo hacen, regresan. La apariencia física del libro ha quedado intacta ante el paso del tiempo. Si alguien le menciona a otra persona “¿te gustan los libros?, una imagen preestablecida viene a la mente: una caja rectangular forrada en un material diferente a las hojas del interior, cuya portada menciona el título de la obra y el autor. Roberto Zavala hace referencia a las partes que conforman al libro en su obra El libro y sus orillas.

No todos los libros son iguales, ya que ciertos elementos han pasado de moda o a causa de las modificaciones hechas con el paso de tiempo y la evolución de la forma del libro. Lo anterior depende de las estipulaciones de la editorial, así como del manual de estilo.

De acuerdo a Zavala, un libro se distingue por las siguientes partes:

Cubierta o primera de forros. Se indican el nombre del autor o autores, título y subtítulo de la obra, número del volumen o tono, nombre de la obra completa de la que forma parte el texto y nombre de la editorial.

Segunda de forros o reiteración de portada. Generalmente, se encuentra en blanco, pero algunas editoriales la utilizan para hacer publicidad de sus mismas colecciones o de otros títulos del autor.

Páginas falsas. Páginas 1 y 2, también conocidas como hoja de respeto o cortesía y al igual que la segunda de forros, suele ir en blanco.

Falsa portada, anteportada o portadilla. Página 3, habitualmente sólo lleva el título de la obra.

Contraportada o frente-portadilla. Página 4. Suele ir en blanco, aunque algunas editoriales deciden colocar el nombre del ilustrador, traductor, etcétera o cualquier colaborador de la obra.
Portada. Página 5. Debe incluir el nombre del autor, el título completo de la obra y el subtítulo, si es el caso, nombre y logotipo de la editorial y el lugar o los lugares donde la editorial se halla establecida.

Página legal. Página 6. Se encuentran los datos que por ley tiene que llevar un libro, estos son, el propietario de los derechos de autor e información relativa a la edición original, la fecha de publicación, el nombre y domicilio de la editorial, los números ISBN correspondientes a la obra completa y al libro en particular y la leyenda “Impreso en México” o claro, el país donde se realizó.

Dedicatoria o epígrafe. Página 7. Estas primeras páginas, en México son conocidas como preliminares.

Índice general, contenido o tablas de materias. La enumeración de las divisiones o capítulos de los que consta el libro.

Texto. Lógicamente, el total del escrito. Y éste siempre comenzará en página impar.

Apéndices o anexos.

Cuadros y material gráfico.

Notas. En la actualidad, existen autores que prefieren omitir las notas a pie de página y optan
por colocarlas al final.

Bibliografía.

Glosario.

Índices analíticos.

Índices de láminas.

Colofón. El cual debe incluir, el nombre y la dirección del impresor, la fecha en que se terminó de imprimir la obra y el número de ejemplares.

Tercera de forros o retiración de contraportada. Igualmente suele mantenerse en blanco, sin embargo puede tener el mismo uso publicitario que la Segunda de forros o reiteración de portada.

Cuarta de forros o contraportada. Acostumbra ofrecer una pequeña reseña de la obra y/o ciertos datos del autor.

Dichas las partes que conforman un libro, es tiempo de referirse a las divisiones del mismo:

Cada capítulo o división debe comenzar en página impar, pero como se mencionado, varía de acuerdo a la editorial y si se trata de una edición de bolsillo. Respecto a la foliación, algunas partes se enumeran en números romanos por diferentes causas, depende de la elegancia que el editor quiera aportar a la obra.

La tipografía, por su parte, será establecida desde el momento en que se comienza a diseñar el libro, la cual obedecerá a cuestiones del editor, del diseñador e incluso a la moda artística.

El tamaño del libro va íntimamente ligado al tamaño del papel. Si bien existen términos específicos a los pliegos de papel y al número de páginas que se derivan de éstos, para fines prácticos se mencionará que el treintaidosavo equivale a libros de menos de 10 cm de altura; el veinticuatroavo a los de entre 10 y 15 cm; el dieciseisavo, entre 15 y 20 cm; el octavo, de 20 a 28 cm; el cuarto, de 28 a 39 cm; y el folio, de 40 cm o más.

La elección del papel, como se ha dicho en entradas anteriores, es de acuerdo al tipo de impresión y a los colores utilizados. Sin embargo, una categorización general si se atiende a su aspecto es la siguiente: alisados, satinados, estucados, etc., y los empleados en las imprentas se agrupan en dos clases, a) naturales, sin recubrimientos, y b) size press o encolados superficiales, pigmentados y estucados o couchés.

De nuevo con el tema de la tipografía, en relación al espacio que el texto ocupa en la página, se recomienda que sea entre el 70 y el 85%. En este sentido, el cuerpo del texto, es decir, el tamaño de las palabras se mide en puntos, y los más usuales van de 8 a 12 puntos. Los mínimos son usualmente de seis y los mayores llegan a ser de hasta 36.

Referente al interlineado, así se le llama al espacio entre dos líneas de texto, su función es abrir la escritura y así facilitar la lectura, pues resulta molesto encontrar ediciones con letra demasiado pequeña y con espacios muy cortos. Aunque se comprenden porque fueron diseñados para economizar.

Antes de continuar, al texto impreso en una página se le llama caja, caja de composición o mancha, y si mide sin tomar en cuenta los márgenes. Además del interlineado, en la caja podemos encontrar ciertos espacios en blanco, como los márgenes, colgados y sangrías.

Márgenes. Divididos en cuatro: superior o de cabeza; inferior, de pie o falda; exterior o de corte; e interior, de lomo o medianil. Para establecer sus medidas, las decisiones no son arbitrarias, sino de acuerdo a normas de estética y funcionalidad. Dentro de estas reglas, es necesario contemplar que el margen de corte ha de ser aproximadamente el doble que el medianil, y el de pie, a su vez, aproximadamente el doble que el de cabeza.

Colgados. Se definen como el espacio en blanco entre los títulos de los capítulos y la caja de composición.

Sangrías. Es el blanco al principio de la primera línea de los párrafos en la composición normal. Asimismo, es conveniente que el espaciado de los textos sea regular, pues resultan antiestéticos los blanco excesivos entre palabras.

Por último, se mencionarán los tres tipos de párrafos más usados en la actualidad. El normal simplemente consiste en un bloque de líneas de las cuales sólo se sangra la primera. El francés es aquel en donde se sangran todas las líneas a excepción de la primera. Y el moderno o americano, el cual no lleva sangrado y tampoco deja espacios blancos entre párrafo y párrafo, lo que dificulta la lectura y la localización del inicio de un nuevo enunciado.

Muchos de estos conceptos, resultan innecesarios o intrascendentes para ciertas personas, sin embargo, en el periodismo son términos básicos que se deben manejar para aplicarlos más adelante en el campo laboral, o también en el ámbito académico, como en la elaboración de una tesis.

• ZAVALA RUIZ, Roberto, El libro y sus orillas, Biblioteca del Editor, UNAM, México 1995, pp. 21-33, 51-62

Del diseño brota el amor

El manuscrito está listo, ahora lo que sigue es el trabajo puesto en marcha del diseñador. Los aspectos que debe tener en cuenta son, entre otros, el diseño de la portada, la colocación de encabezados y pies de página, interlineado, márgenes, tipografía, cubierta de forros, tipo de papel, densidad de tinta, ilustraciones y anexos. Todo lo que haga que la publicación luzca como un banquete apetecible entre personas hambrientas. Dicen que el amor entra por los ojos, así que no es de preguntarse la cantidad de libros cuya primera carnada es su portada.

El diseñador debe conocer perfectamente el proceso de edición, así como las posibilidades financieras de la editorial en cuestión al uso de ciertos materiales en el momento de la creación del libro. El tema de la obra no debe dejarse de lado, ya que si la portada no comunica las ideas del escrito, no es posible establecer un vínculo directo entre el público y la obra. Uno no compra algo del cual no entiende su temática o no se siente identificado con.

Por desgracia, el diseñador siempre está sujeto a las posibilidades presupuestarias de la empresa, y el poder adquisitivo del público. Siempre hay que pensar en el lector. ¿De qué sirve diseñar el libro más bello del mundo, el cual está hecho de los mejores materiales, si nadie puede costearlo? Exacto, de nada.

El diseño de la portada tiene la misma importancia que el diseño interior. Es necesario que un libro proyecte unidad y originalidad. La única forma de ser original es partir de las normas de diseño y adecuarlas al proyecto en turno. Es la personalidad del texto reflejada en cada carácter, ilustración y tipo de papel.


El diseño depende del carácter de la obra. Debe ser capaz de reflejar y sintetizar todo lo que el escrito desea comunicar. El diseñador debe estar en el filo de la vanguardia, debe conocer qué tipo de materiales son mejores de acuerdo a las necesidades físicas de la obra.

Como el amor: si existe a primera vista es porque la portada es inolvidable y nos sedujo, luego, al descubrir el valor de sus ideas, atravesamos por la etapa de enamoramiento y terminamos, con las manos rendidas apresando el escrito, completamente inmersos en el amor.

• DATUS C., Smith, "Diseño del libro" en, Guía para la publicación de libros, U de G, México 1991, pp. 83-94

Babel de ultracorrección

Para la comprensión de un texto es necesario observarlo como un entero, del cual cada una de sus partes atiende al propósito principal de exponer, convencer o simplemente narrar un suceso o una idea.
El correcto uso de la sintaxis, la semántica y la unificación a través de las reglas gramaticales y estructurales, garantiza la comprensión de una serie de ideas con base a un discurso establecido. Si el autor es disciplinado y odia cometer errores, el trabajo del corrector se reduce a una simple revisión general del texto, siempre en búsqueda de pequeñas fallas que entorpezcan el texto o no concuerden con la propuesta del autor.

Una cosa es la corrección y otra, la ultracorrección. Entre más meticuloso es el proceso de revisión, el corrector raya en la demasía. No se habla de exagerar, pero es necesario mencionar que la corrección del texto jamás debe sobrepasar al mensaje del autor. Si un corrector hubiera llegado por accidente a la torre de Babel, tal vez habría perdido la cordura. Babel, por falta de uniformidad a causa de los diferentes códigos de habla empleados, necesitaría de la ultracorrección para poner a todo el mundo de acuerdo.

El uso del lenguaje, además de estar regulado por la Real Academia de la Lengua Española (RAE), su máximo y supremo juez es la gente. Las personas, como hablantes regulares y asiduos de las prácticas del lenguaje, han establecido una serie de reglas para el uso de éste. Es una convención social en donde si uno menciona, “me pasas un vaso de agua”, se entiende por el contenido del envase, no por el material de su hechura, a pesar de que la preposición “de” indica pertenencia o cualidad material. Es el uso lo que determina el valor de una lengua, la arbitrariedad y la discriminación entre unas y otras estructuras lingüísticas. La lengua es el reflejo de la realidad.

En el norte del país, justo en los países que comparten frontera con México, los anglicismos están al por mayor. Algunos temen por la supervivencia del idioma español por haber sido desplazado en ciertas situaciones de habla. La única regla es: Si existe alguna palabra que complemente lo que se quiere decir en el idioma español, no se debe utilizar ningún tipo de extranjerismo, ya que el español pierde fuerza al no emplear la gama de posibilidades existentes.

Sin embargo, no todos los extranjerismos son dañinos. Si aportan un nuevo enfoque al español y encuentran un nicho para su correcta utilización, la lengua española se fortalece, se amplia y expande las conexiones de su utilización.

El trabajo del editor y del corrector de estilo consiste en encontrar un balance entre la corrección y la permanencia del mensaje del escritor. Por ser personajes inmersos en la cultura del lenguaje y vehículos del conocimiento, el deber de ambos es fomentar el correcto uso del español, la adaptación de ciertas estructuras que concuerden mejor con el perfil de la obra (si una novela se apega más a los tradicionalismos, las palabras empleadas y la corrección debe coincidir con ese perfil), así como servir de catálogo para las nuevas opciones que van surgiendo a medida que la realidad se expande más y la cultura se globaliza.

• Silvia Peña Alfaro. De la corrección a la ultracorrección.

sábado, 8 de mayo de 2010

Rey Midas en tierra de errores: el corrector


Una vez que el manuscrito ha sido seleccionado para publicarse, el corrector de estilo debe de hacer lo suyo. A través de la corrección se pretende que el texto se acerque cuanto más pueda a la confiable transmisión de las ideas del autor de la manera más entendible y precisa. Las ambigüedades no se permiten. Para lograr lo anterior, el corrector de estilo debe cuidar las siguientes siete categorías:

Legibilidad: Sencillo, toda palabra debe ser legible, que se entienda lo que se lee.

Unificación: Si un texto carece de unidad, la intención del texto puede verse atropellada a causa de las trabas en el lenguaje. El texto debe tener uniformidad en cuanto a las reglas de sintaxis (ortografía, puntuación, acentuación, estructura de las oraciones) y sentido (lo que el texto pretende). El manual de estilo se utiliza en etapa para reducir las confusiones en cuanto al uso de una u otra opción lingüística. Lo principal es decir lo mismo que el autor pero de la forma correcta (de existir algún tipo de error claro está).

Existen normas generales y usos particulares del lenguaje. La elección depende tanto del corrector de estilo, como del autor y principalmente: del jefe (entiéndase sobre la posición del medio de comunicación o casa editorial).

Gramática: Las correcciones se hacen para eliminar las confusiones y errores de sintaxis, pero sin alterar el estilo e ideas del autor.

Claridad y estilo: de nuevo, SIN ALTERAR LO QUE QUIERE DECIR EL AUTOR.

Veracidad de la información: El texto no puede modificarse a favor de lo que el corrector “cree” que el autor quiere decir, sino que el eje debe ser la veracidad del texto. En el caso de publicaciones de investigación, los datos presentados deben ser veraces y estar apoyados en hechos comprobables.

Propiedad y legalidad: Las correcciones siempre deben entrar en el marco legal, así que los manuscritos no deben violar la ley copyright nacional e internacional.

Detalles de producción: Espacios entre párrafo y párrafo, sangrías, interlineado, márgenes, índice, pie de página, encabezado, son todos aspectos que el corrector de estilo debe tener en cuenta. El editor está presente en todo momento de la producción, él y el corrector conforman un equipo para la supervisión del texto, la cual va más allá de la corrección del texto. Se trata de ver al toro como un entero, no sólo como un bistec.

El corrector es alguien preparado, con un cúmulo de conocimientos lo suficientemente amplio para poder ver más allá de los errores; debe ser también honesto y reconocer que una sóla persona no puede saberlo todo, así que puede auxiliarse de libros especializados en corrección de estilo (pslm= por si las moscas), aunque… acá entre ‘nos, tienen tanta experiencia, que ésta rebasa su trabajo.

• DATUS C., Smith, "Corrección del manuscrito" en, Guía para la publicación de libros, UdeG, México 1991

Proceso editorial: filtros y filtros

No todos los investigadores o catedráticos son escritores, no todos los escritores publican, no todas las obras se convierten en libros y no todos los libros se venden. ¿Cómo puede una editorial asegurar la venta de sus obras?

Antes de llamarse “obras”, se habla de manuscritos, el cual es el primer borrador que el autor entrega al editor para su revisión y corrección. Es un proceso de discriminación en el cual no sólo interviene el editor, sino todos los participantes de la tarea. Es un vistazo general en donde se identifica la potencialidad del manuscrito para convertirse en una obra digna de ser impresa. El editor nace con un sexto sentido y lo desarrolla a lo largo de toda su carrera.

Si la obra supera este filtro, el consultor juzga eficazmente y escudriña hasta el fondo el borrador. Nuevamente, el potencial de éste es imprescindible. El consultor, además de ser un máximo lector, está capacitado para identificar las bondades, beneficios y defectos del manuscrito. El editor y él realizan un trabajo en equipo para la mejoría del trabajo del escritor, otorgan sugerencias y califican severamente los errores para ser transformados en aciertos y acreditaciones. No hay más que él pueda hacer más que leer, leer y releer los miles de caracteres ante él. Una lectura no basta, ni dos, ni tres, ni cinco, hay veces en que seis también se queda corto.

Los departamentos de producción y ventas son tomados en cuenta una vez que la obra ha sido autorizada para su publicación. Deben detallar los costos y ajustar las visione y necesidades del autor-lector-editorial, siempre en beneficio de la obra y su cliente. Es una inversión y a la vez una apuesta que jamás pierde su cualidad de expectativa y riesgo.
Si un manuscrito llegó a convertirse en libro, no garantiza (por más triste que esto sea) su venta. Existen miles de libros que permanecen en las bodegas de las editoriales, en espera de descuentos descomunales o ferias en donde alguien llegue y se los lleve. La Guillotina es una editorial de libros libres que, en favor de la lectura, su diversificación y expansión, busca reutilizar los libros olvidados para transformarlos en nuevas obras.
“La Guillotina se llama así porque utiliza papel sobrante de las imprentas, que de otra forma se habría desechado, lo que hace que los libros se puedan fabricar prácticamente gratis siempre que haya papel disponible (en este caso, por ejemplo, hubo que esperar hasta 2010, aunque el libro estaba pensado para aparecer el año pasado (ref. Poliziano, una tragedia inconclusa. E. A. Poe), a tiempo para el bicentenario de Poe); por otra parte, la editorial se llama de “libros libres” porque los ejemplares se regalan. No cuestan; ninguno de los involucrados ganamos dinero con esto. Quizá ganamos algo distinto.” (Alberto Chimal, 2010). http://www.lashistorias.com.mx/index.php/archivo/como-conseguir-un-ejemplar-de-poliziano/

Los agentes literarios buscan un espacio en el mercado para la venta del libro. Una forma de capturar la atención del público es a través de los premios y convocatorias, las cuales siempre buscan nuevos autores y propuestas). El Premio Alfaguara de Novela es uno de los más reconocidos entre los países de habla hispana, así que si observamos en la portada del libro que dicha obra fue merecedora del premio, lo compramos porque se confía en el jurado que estuvo detrás del galardón.

El mundo de los manuscritos es extenso: existen los de encargo, hechos por instituciones como fortalecimiento de la identidad de ésta; los manuscritos que no logran atravesar ese filtro y se conservan eternamente siendo eso, sólo manuscritos inéditos; y aquellos que trascienden de los borradores y correcciones de estilo para convertirse en grandes libros.

• DATUS C., Smith, "Desarrollo editorial: de la idea al libro" en, Guía para la publicación de libros, U de G, México 1991

¿Quién lo hace ser un libro?


Es común fijar la vista únicamente en la superficie, así que cuando se ve un libro, no se detecta el proceso que existe detrás de él, sino sólo la culminación del proceso puesto en la librería como un cuerpo físico y existente. El libro llegó allí porque el editor supo proyectar la intención del autor, no sin antes pensar en las necesidades del lector. En función de las posibilidades de compra, así como los intereses del cliente es como un libro se empuja hacia su creación. Una cadena viciosa en donde siempre se piensa en el otro. No hay un total sin la suma de sus partes.

Empieza por el autor, cuyo mensaje se plasma en el papel con la suprema arte de la utilización del lenguaje escrito para humanizar lo abstracto. Si la obra de un escritor no es entendida por nadie, no cumplió con su objetivo: uno no escribe para sí mismo, sino para el lector, para el otro, para el de enfrente, el cual se apoderará de los personajes de la obra bajo la capacidad transformadora de la imaginación. Sea un trabajo de ficción o uno de investigación, el autor siempre será el capitán del barco, porque la obra le pertenece a un nivel intelectual.

El autor, ya sean uno o varios colaboradores (e inclusive una institución educativa o especializada en cierta área), piensa sobre su obra como un globo en expansión, tiene la necesidad de alcanzar a cuantos más se dejen. Busca compartir, enseñar o expresar un cúmulo de ideas. Siempre.

Es así como el editor entra al cuadro, ya sea que él busque a cierto autor que cumpla con el perfil de lo que una casa editorial requiere en cierto momento, o que el autor acuda a él. El uno, tiene lo que el otro desea y viceversa. El editor funciona como puente en cada uno de los procesos de la planeación y realización editorial.

Como el interventor que aparece en los concursos de televisión, verifica el cumplimiento de los objetivos del autor y la difusión de sus ideas, sin olvidar las intenciones de la editorial y la viabilidad de la concreción física del libro. Además de lo anterior, el editor recurre a la interpretación de las necesidades del público, las cualidades del entorno hacia donde se dirigirá el producto final y salvaguarda el buen uso del lenguaje escrito. Más que nada es un lector voraz y un organizado de primera.

Cuando ya se tiene la visión de una obra en su aspecto físico, el impresor es un experto en los materiales a utilizar en la elaboración del libro. Conoce de tipos de papel, familias tipográficas, tintas, así como los costos de cada uno y lo que conviene más a la editorial, al autor y al cliente. Es una práctica de toda la vida, así que aquella persona que empieza siendo corrector de estilo o impresor, es muy seguro que concluya sus días transformado en editor; aquí lo que más cuenta es la experiencia.

Una vez que se tiene el libro, el vendedor tiene la tarea difícil de darlo al mundo. Debe encargarse de la difusión y el mercadeo, dar a conocer la obra y venderla ante toda oportunidad como si fuera la mejor obra de la historia. Una vez más, el editor está presente aún en esta etapa.

Es por eso que cada vez que tengan un libro entre sus manos, piensen no en cuánto les ha costado, sino en cada una de las personas que hubo detrás de esas historias.


• DATUS C., Smith, Jr., Guía para la publicación de libros, Universidad de Guadalajara, Asociación de Editoriales de Instituciones de Educación Superior de México, pp. 13-31

Aspectos financieros en el proceso de publicación de un libro. Datus C. Smith

Como toda producción, el proceso de publicación de un libro implica diversas etapas para alcanzar el producto final. La primera consta en la preparación editorial, los pagos a correctores de estilo, diseñadores, impresores y en casos específicos a ilustradores; en la segunda se habla del proceso de manufactura, del cual se deben tomar una serie de decisiones acerca de cómo debe lucir físicamente el libro como producto terminado: la tipografía, el tipo de papel, tinta, el material de los forros o cubierta.

En el caso de las primeras dos etapas los costos fijos deben ser considerados, así como los sueldos de todos aquellos involucrados en el proceso, siempre teniendo en cuenta que una variable puede modificarse en casos específicos en el caso de que la empresa editorial no cuente con las herramientas internas para la elaboración del proyecto en turno (ilustradores, cartógrafos, asesor editorial, traductor, ya que todos los anteriores representan un cambio en los costos). En el caso de editoriales pequeñas, suelen recurrir a la contratación de algunos elementos exteriores a la empresa debido a que no cuentan con la infraestructura (personal y herramientas tecnológicas) para lo que tienen en mente en cuanto a una obra en específico, es por eso que los ilustradores son contratados en comisión en algunas ocasiones, a diferencia de los grandes grupos editoriales que cuentan con sus propios diseñadores, ilustradores y traductores.

La última etapa es aquella que se conoce como proceso de ventas, en la cual el objetivo principal es llevar al mercado el producto finalizado. Se debe considerar la estrategia de comercialización y distribución, de las cuales se encarga un equipo específico como publicistas, promotores, distribuidores, etiquetadores, empacadores, finalmente el vendedor que sellará el trato con el cliente. Antes de fijar el precio de un libro es necesario considerar todos los costos anteriores. Hay que recordar que ninguna etapa es menos importante a las otras, por lo mismo es necesario llevar a cabo el proceso conscientemente, con organización y visualización del producto y estrategia de venta a futuro.

La especificación de los costos es necesaria para considerar el costo total del libro. En el caso de la tipografía el costo es fijo, a diferencia del costo del papel que va de acuerdo a la cantidad y calidad. El proceso de impresión, en cambio, se mantiene fijo ya que el costo es por cuartilla, no importa si la tipografía es de menor o mayor tamaño. El volumen de las publicaciones varía en sentido de “entre más número de unidades, menor costo”.

Las empresas editoriales son también negocios, así que su principal ingreso y objetivo proviene de la venta de los libros. El precio al público se modifica de acuerdo a los descuentos hechos a las librerías. Las pequeñas librerías no pueden no pueden costear los gastos de transportación ni la compra de muchos volúmenes, así que el precio al público tiene una tendencia, aunque menor, a incrementarse. Es necesario pensar cuántos ejemplares deben ser vendidos para recuperar la inversión inicial. Ya que los gastos de comercialización varían en medida a cada nuevo proyecto, el gasto considerado al principio puede modificarse.

La venta es la última etapa decisiva para que el libro alcance su objetivo principal, el cual es llegar al público. A través de ferias de libros, bibliotecas, escuelas y universidades, el libro encuentra un nicho y un cliente. No todo en las empresas editoriales es negocio, también es arte, ya que un libro siempre se debe crear desde abajo.

• DATUS C., Smith, Jr., Guía para la publicación de libros, Universidad de Guadalajara, Asociación de Editoriales de Instituciones de Educación Superior de México, pp. 35-53.

lunes, 22 de marzo de 2010

Danzón, domingo.


¿Cuánto tiempo nos falta querida,

para jactarnos de esas cosas obscenas

que te solía decir al oído

cuando el futuro contemplado estaba?

¿Cuándo será el momento en que me salves,

y recuerdes que espero aturdido,

porque bien lo dijiste "sólo amigos"

y yo insistente sugerí "amantes"?

Cuánto habré de esperar bajo esta sombra,

mientras los pies deambulan en la muerte

porque olvidado estoy en tu presente,

y es el danzón, domingo ya perdido.

jueves, 25 de febrero de 2010

Crónica para un lector renuente

Las cantinas, las historias, el tabaco, son todas pasiones culposas que hacen que abandone el anclaje gravitacional y me eleve en ruta a lo eternamente placentero. En la búsqueda constante para saciar aquellos impulsos carnales, paso los días en las calles hasta que la oportunidad se presenta.


Hace alrededor de un mes la expectativa era una sola: la FIL de Minería. Si se trata de libros y del Centro Histórico de la Ciudad de México forzosamente ahí estaré, así que no perdí la oportunidad de acudir a la XXXI edición de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería. Sin mucho dinero en los bolsillos acudí esperanzada el primer viernes tras la inauguración el 17 de febrero. Tenía en mente una serie de obras nuevas que quería adquirir, desconocía cuáles eran todavía. Estaba segura que una vez estando ahí, encontraría lo que estaba buscando sin saberlo. Por experiencia propia, jamás piensen demasiado en un libro en específico, es preferible que él los encuentre a ustedes.


Ubicado justo enfrente del Museo Nacional de Arte (MUNAL) y del animalístico caballito de Manuel Tolsá, el Palacio de Minería es un escenario que impone. En cuanto penetras el edificio la UNAM tiene ganado el terreno. Libros que son únicos, no sólo por su precio accesible sino por la riqueza del trabajo que sus páginas guardan. Los hay de Literatura, Filosofía, Matemáticas, Física, además de ensayos de todo tipo, revistas y cuadernos de investigación. Las personas se agachan curiosas a observar algún título que los jale de los pelos y los haga comprar el ejemplar. Han de ver sus caras cuando encuentran a su víctima. Y se lo llevan, celosos, entre las manos rumbo a sus casas.


“La Gran Colección de Pequeños Ensayos” fue sin duda uno de mis apartados favoritos editados por la UNAM, llevan por detrás la leyenda “lee este libro, puede cambiar tu vida”. Será así, pero a qué precio. Me llevé el mayor de los asombros cuando la caja registradora marcó $15. La mayoría del tiempo gasto más en alcohol e imbecilidades. No puedo negarlo, soy buena compradora y una con suerte.

Recorrí un pasillo estrecho y llegué al centro del palacio. Santillana andaba por ahí como una abeja reina en pose. Enorme. Títulos y autores por doquier. Mares de gente. Torres de bestsellers. No me encantan, pero si por la venta de ellos las editoriales se pueden dar el lujo de sacar a la luz algunos títulos que no son tan populares –pero que valen la pena tanto o más-… adelante. Por mí que vendan millones. El Pabellón del Estado de México estaba presente también, será porque el año próximo es el estado invitado y Peña Nieto anda vuelta loco. Sexto Piso, Conaculta, Almadía y otras 297 editoriales (íntima la cosa), así que hay para escoger.


Entre libros me dio sed…


Terminé mi día en la Cantina Río de la Plata, Cuba 39. De botana me dieron carnitas, un chamorro y un huarache. Sonaba Metallica en la rocola. Me acordé que era vigilia cuando el puerco ya se había revuelto con la chela.


Son 12 los días que la FIL de Minería ha dedicado a la difusión de las novedades de la industria editorial en México. La cereza del pastel es el programa cultural que la FIL ha planeado, uno de los mayores de las ferias de libro del mundo: presentaciones de libro, conferencias, lecturas en voz alta, talleres para niños, dramatizaciones, homenajes y siempre, claro, los libros. Este domingo Minería hace su cierre. Todavía hay tiempo. La cita es en Tacuba 5.


Recomendación: Lleva reloj y un abrigo. Si entras, seguro se te hace de noche. Si eres lector renuente, o desconoces por completo si eres lector o no (al menos por ahora), ve. No te caería nada mal tener un poco de decisión en tu vida. Ahora ya lo sabes.




domingo, 21 de febrero de 2010

Real Academia de la Lengua Cibernética


El habla existe porque el hombre vive. El hombre vive porque el habla existe. La historia existe porque la palabra conoció a la tinta y al papel. Es la paradoja interminable de la importancia del lenguaje como la mayor de las capacidades intelectuales humanas. Sin la escritura no hay memoria histórica, no hay enseñanza, ni registro de la existencia del ser humano por el universo.

Analizar la cuestión de la escritura en un momento en el cual la cotidianeidad y la tecnología dominan sobre las normas tradicionalistas, las costumbres y los mitos, resulta una tarea compleja pero necesaria.

La palabra escrita, como se conoce desde que el hombre posó sus garras sobre papel, papiro o cualquier otro material que sirviera para el proceso de fijación, se ha digitalizado, ha dejado al papel en exilio. ¿Lo escrito será sinónimo del golpeteo certero de los dedos ante el teclado del computador? ¿Será que el libro está destinado a perecer? O deberíamos de aplicar el microrelato de Monterroso para explicar el futuro de la palabra escrita “Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí”. Escrito y extinto en un mismo relato.

De pronto toparnos con estos veloces cambios no es para nada gratuito. Matusalén, el hombre más viejo según el Antiguo Testamento (969 años), no estaría asombrado del presente de la escritura. Lo vimos venir y lo vemos ir. La digitalización es tan común que cada vez que desconocemos el significado de una palabra accedemos al sitio web http://www.rae.es/, en lugar del monolítico diccionario. Así es, REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA CIBERNÉTICA.

Del desarrollo de la escritura, que sirvió al hombre para la formación de la sociedad desde las cuestiones políticas y la invención de la democracia, a la estructura económica y el poder simbólico de la cultura; a las tecnologías del habla como el telégrafo, el teléfono, el fax, los medios masivos de comunicación; a la expansión del soporte digital del lenguaje complementando (o SUSTITUYENDO) al sistema analógico (libros, papel, cartas). Es inevitable. No es momento para juzgar a la carrera que ya lleva ganada Twitter, Facebook o cualquier chat en donde conviven, en mismo tiempo y espacio (al menos virtual), personas de Finlandia y Uruguay, Rusia y Costa Rica, Australia y Francia. Es momento de fortalecer los sistemas de comunicación, ya sean de principio digitales o analógicos. El medio es lo de menos (mientras Maquiavelo se revuelca de felicidad en su tumba). Que lo digital contribuya a lo real.

Por cierto, todavía existen aquellos que utilizan la carta para conquistar a una mujer o recordarle a un amigo lo mucho que lo ama; todavía existen aquellos que intercambian libros si la historia es excitante o de una trascendencia que debe ser compartida; todavía existen aquellos que deciden aventurarse a conocer a la persona al otro lado del chat. Es por eso que los dinosaurios tendrán que esperar...

La escritura sólo ha entrado a la revolución de la palabra.

Navegamos entre estantes.


Ser librero no es un oficio, es un amor platónico.

El 17 de febrero se llevó a cabo la inauguración de la XXII Feria del Libro de Ocasión, encabezada por César Sánchez, colaborador activo de la Coalición de Libreros de México. Esta fue la primera vez desde hace 21 años que la sede original, el Museo Nacional de Arte (MUNAL), fue intercambiada por la nueva ubicación de Tacuba # 15, mejor conocido como el Casino Metropolitano (COME), entre Bolivar y Filomeno Mata.

El COME se encarga, en sus exposiciones y muestras abiertas gratuitamente al público, de la difusión de arte contemporáneo urbano actual. Son aquellos artistas que emergen de la plasticidad citadina, siempre y cuando cuenten con una propuesta fresca y un entusiasmo renovado, los que ocupan los lugares de exhibición del Casino Metropolitano.

El inmueble es una mezcla de historia y encanto. Tras su pesado portón los escenarios internos han sido distintos y vorágines: desde una lonchería, un gimnasio, el lugar de reunión de la clase judía, un billar (de ahí la designación de casino), hasta el día de ayer en que sus paredes trozadas se convirtieron en guarida de al menos 20 estantes de viejos títulos y conquistas literarias de autores clásicos, o bien algunos que desafortunadamente han pasado a la trastienda de la memoria.
César Sánchez mencionó en el mensaje de inauguración que “cuando la Coalición de Libreros se encontró con el problema de tener que armar un presupuesto para armar una feria, si tomamos en cuenta que anteriormente estábamos en el callejón de la Condesa y todo se reducía a llegar, colocarnos, ponernos, irnos; y que a partir de 1994 nos lleva a la situación de tener que pensar un proyecto de espacio cerrado en una ciudad tan compleja como la ciudad de México, para nosotros era una situación peor de incertidumbre que ahora”. Incertidumbre que hasta hoy sigue, ya que falta apoyo (a pesar de que los estantes fueron donados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) y planeación, por no preguntar – ¿y dónde están los de Conaculta?-.

Una de las problemáticas más alarmantes del “libro viejo” o libro de ocasión, es la falta de organización que existe en cuanto a que no hay un lugar establecido formalmente para los libreros y el intercambio de estos ejemplares únicos que, junto con sus dueños, engalanan esta vigésimo segunda feria. “No teníamos ni siquiera la remota idea de cómo atajar un proyecto que nos diera imagen, cuerpo y sentido sobre cómo recuperar el oficio del librero y nuestra imagen. Los libreros no se diferenciaban de los ambulantes”.

Es una lástima que los hayan llegado a considerar como tal ya que el oficio del librero es tan importante como cualquier otro. “Es rescatar libros que de otra manera se perderían”.
César Sánchez, quien ya lleva 25 años en el oficio y otros diecisiete en la Coalición, a pesar de la cuesta arriba se refirió a este encuentro como algo íntimo y placentero, que no podría ser posible jamás sin la colaboración de sus colegas y expositores, los cuales lo acompañaron el día de ayer durante el mensaje de bienvenida y a lo largo del brindis con motivo de esta fiesta literaria. Están aquí por perdurar y es por eso que celebran. “Hemos estado en un proceso no de extinción, sino de resistencia. Lo escuché de un funcionario, sin embargo depende de cómo lo veas, ya sea el vaso medio lleno o medio vacío. Pero, creo que objetivamente el librero sí está en un proceso de extinción dado a la ignorancia. La Feria permite al gremio estar vivo”.

Personalidades como el maestro Alejandro Alvarado Carreño, de la Asociación Mexicana de Grabadores y profesor por más de 50 años en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, quien contribuyó con la muestra de una colección de grabados adjunta a la feria, así como el presidente la Dirección de Economistas del Distrito Federal y representante de la Asociación de Cronistas del Distrito Federal y Zonas Conurbadas, Alfonso Hernández Hernández, asistieron como muestra del interés por el rescate del oficio del librero y la difusión cultural implícita en el arte de leer. Porque un librero no es sólo un vendedor, vendedores son todos; es aquel que es capaz de entender las necesidades de su cliente, como cómplice lector, y comparte su pasión por la literatura a través de una recomendación encaminada siempre a la expansión cultural de las letras y el entorno.

La Feria del libro de Ocasión no es cualquier feria. Si pudiera establecerse una comparación entre las gigantes como, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (en la cual la Coalición fue partícipe por cuatro años) o inclusive la tan universitaria Feria del Palacio de Minería, sobresaldría inmediatamente por su objetivo magno: regresar a la vida a aquellos libros que, de otra forma, verían finiquitadas sus vidas dentro de un contenedor de papel reciclado. “Se trata de complementar al libro nuevo y que la gente encuentre cosas que ya no va a poder localizar. No somos ninguna competencia para ninguna de esas ferias, sino un complemento”.

La otra parte del evento de los libros viejos es siempre el placer. Alejandro Lucio, librero de profesión y pasión, tiene una biblioteca que va desde librillos de la época de Emiliano Zapata, hasta curiosidades sólo para excéntricos (un libro que, debo presumir, terminé comprando. Lo que sé sobre cacería de Pablo Andrade Díaz, con alrededor de 470 páginas de absolutamente nada. Un libro sin palabras. Rareza entre lo cotidiano). Alejandro emana pasión por la lectura y el caprichoso mundo de la imaginación a través de lo escrito. Después de 14 años como librero en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en demás ferias del mismo tipo, conserva su amor intacto por estos seres que él llama “amigos”. Los libros.

Tal vez esta sea la oportunidad para quien esté buscando el libro de su vida que jamás ha encontrado, o para quien desafortunadamente lo ha perdido. Si algo quedó claro tras la inauguración de la Feria del libro de Ocasión, es precisamente eso: la ocasión, no tiene porque ser ocasional, sino un hábito, un amor, una navegación libre entre estantes.

El horario es de 10:00 a 20:00 hrs del 17 al 28 de febrero, además se llevará a cabo todos los días a las 13:00 hrs. un segmento de poesía en voz alta y a las 17:00 hrs. un ciclo de conferencias.

jueves, 11 de febrero de 2010

A orillas de la palabra.


La imaginación es poderosa y hasta donde yo sé, a todo el mundo se le permite soñar. Todos sueñan, incluso los perros. Sus delgados párpados cosquillean al corretear en la ilusión, a un gato o exquisito hueso. Y todo porque lo que importa es lo real de la ensoñación. En la imaginería se fija todo aquello que jamás fue concretado en el mundo de los objetos. Allí todo es bruma que invita a la posibilidad inmortal. ¿A quién no le gusta imaginar? La respuesta es fácil: a quien no le gusta leer.

“No hagas esto” “No hagas lo otro” “No te metas aquello a la boca”… es lo que rumiaban los padres en nuestra infancia. Recibimos regaños, limitaciones, castigos, sin embargo entre más prohibida es la acción, mayor es el deseo que se tiene por quebrantar el orden. ¿Qué ha sucedido con los tiempos en que la lectura era cosa de herejes o exclusiva de sabios escolásticos religiosos y solía ser el mayor de los placeres carnales y espirituales?

Lo que se lee, existe, se crea. Era casi como hablar con Dios. El conocimiento por primera vez en la historia estaba protegido por una cubierta de cuero finísimo, que al ser abierto liberaba un perfume de hojas ambarizadas y tintas escarlatas de ébano. Para cuando llegaron los tiempos de la imprenta el libro seguía siendo un objeto dorado. Tal masificación sin duda contribuyó a la expansión de la cultura y el gozo del saber de otros mundos. Cuando leer era un acto de voluntad y peligro existía un romance entre el lector, el libro y el autor. Los tres vivían para cada uno en una huída interminable. Parece que los tiempos líquidos del ahora han mermado a este hábito vivificador que es la lectura. Y la excusa perfecta de siempre y para siempre, será la falta de tiempo y el exceso de tensión. FALTA DE INTERÉS, no hay más.

Quiero creer que no, pero es melancolía pura cuando vas por ahí y escuchas la frase impensable de “a mí no me gusta leer”. Bien diría Voltaire “prefiero el dolor a la alegría de los idiotas”. A pesar de todo no los culpo; culpo a sus padres, a sus maestros, a las instituciones de nuestro país, a sus amigos y personas cercanas que ellos consideran confidentes. Ellos son los culpables. Carlos Monsiváis denuncia en su ponencia Elogio (innecesario) de los libros que “el analfabetismo funcional se expande por razones diversas, que incluyen la falta de hábito social y familiar de la lectura, el desinterés de los gobiernos, la ausencia en la educación básica de la recomendación de libros (…)”, en fin, la lista es larga y desafortunadamente la puerta de la lectura no es para nada ancha.

Habrá de prohibirse la lectura. Habrán de ser encadenadas las palabras a la ignorancia de las minorías intelectualoides. Deberá suceder para que ellos se acerquen a los libros, si no por interés, será por morbo.