jueves, 25 de febrero de 2010

Crónica para un lector renuente

Las cantinas, las historias, el tabaco, son todas pasiones culposas que hacen que abandone el anclaje gravitacional y me eleve en ruta a lo eternamente placentero. En la búsqueda constante para saciar aquellos impulsos carnales, paso los días en las calles hasta que la oportunidad se presenta.


Hace alrededor de un mes la expectativa era una sola: la FIL de Minería. Si se trata de libros y del Centro Histórico de la Ciudad de México forzosamente ahí estaré, así que no perdí la oportunidad de acudir a la XXXI edición de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería. Sin mucho dinero en los bolsillos acudí esperanzada el primer viernes tras la inauguración el 17 de febrero. Tenía en mente una serie de obras nuevas que quería adquirir, desconocía cuáles eran todavía. Estaba segura que una vez estando ahí, encontraría lo que estaba buscando sin saberlo. Por experiencia propia, jamás piensen demasiado en un libro en específico, es preferible que él los encuentre a ustedes.


Ubicado justo enfrente del Museo Nacional de Arte (MUNAL) y del animalístico caballito de Manuel Tolsá, el Palacio de Minería es un escenario que impone. En cuanto penetras el edificio la UNAM tiene ganado el terreno. Libros que son únicos, no sólo por su precio accesible sino por la riqueza del trabajo que sus páginas guardan. Los hay de Literatura, Filosofía, Matemáticas, Física, además de ensayos de todo tipo, revistas y cuadernos de investigación. Las personas se agachan curiosas a observar algún título que los jale de los pelos y los haga comprar el ejemplar. Han de ver sus caras cuando encuentran a su víctima. Y se lo llevan, celosos, entre las manos rumbo a sus casas.


“La Gran Colección de Pequeños Ensayos” fue sin duda uno de mis apartados favoritos editados por la UNAM, llevan por detrás la leyenda “lee este libro, puede cambiar tu vida”. Será así, pero a qué precio. Me llevé el mayor de los asombros cuando la caja registradora marcó $15. La mayoría del tiempo gasto más en alcohol e imbecilidades. No puedo negarlo, soy buena compradora y una con suerte.

Recorrí un pasillo estrecho y llegué al centro del palacio. Santillana andaba por ahí como una abeja reina en pose. Enorme. Títulos y autores por doquier. Mares de gente. Torres de bestsellers. No me encantan, pero si por la venta de ellos las editoriales se pueden dar el lujo de sacar a la luz algunos títulos que no son tan populares –pero que valen la pena tanto o más-… adelante. Por mí que vendan millones. El Pabellón del Estado de México estaba presente también, será porque el año próximo es el estado invitado y Peña Nieto anda vuelta loco. Sexto Piso, Conaculta, Almadía y otras 297 editoriales (íntima la cosa), así que hay para escoger.


Entre libros me dio sed…


Terminé mi día en la Cantina Río de la Plata, Cuba 39. De botana me dieron carnitas, un chamorro y un huarache. Sonaba Metallica en la rocola. Me acordé que era vigilia cuando el puerco ya se había revuelto con la chela.


Son 12 los días que la FIL de Minería ha dedicado a la difusión de las novedades de la industria editorial en México. La cereza del pastel es el programa cultural que la FIL ha planeado, uno de los mayores de las ferias de libro del mundo: presentaciones de libro, conferencias, lecturas en voz alta, talleres para niños, dramatizaciones, homenajes y siempre, claro, los libros. Este domingo Minería hace su cierre. Todavía hay tiempo. La cita es en Tacuba 5.


Recomendación: Lleva reloj y un abrigo. Si entras, seguro se te hace de noche. Si eres lector renuente, o desconoces por completo si eres lector o no (al menos por ahora), ve. No te caería nada mal tener un poco de decisión en tu vida. Ahora ya lo sabes.




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